RUN TRIP - 19: F A K SFRC
Era nuestro décimo día en Estados Unidos. Habíamos corrido por nuestra cuenta en Mendocino, Coos Bay, Beaverton, Portland e Yreka. En Zena y Folsom nos habíamos colocado un dorsal y en Portland, una de las tres noches que pasamos en la ciudad, compartimos encuentro con los Stumprunners. Aquello que nos esperaba era una incógnita… Nos habíamos despertado con un leve, muy leve dolor de cabeza. Probablemente a causa de la botella de vino de la noche anterior. Nos refrescamos la cara con agua bien fría y nos miramos al espejo. Teníamos buen color. Los chiches se debieron comportar por la noche. Como de costumbre, nos pusimos la ropa de correr, metimos algunas prendas limpias y un par de toallas en la mochila y cogimos la pick up para llegar al Equator Coffe Roaster de Larkspur. Llegamos pronto. De hecho llegamos los primeros. Allí no parecía que iba a haber un encuentro de corredores para compartir una salida de running. Entramos en el café y preguntamos si estábamos en el lugar correcto. En seguida nos confirmaron que estábamos en el punto de salida pero que todavía faltaba una hora y media para que empezara la actividad. ¡Perfecto, aprovecharemos para desayunar sin prisas! Nos sentamos en una mesa interior y pedimos café y un bol de muesli con frutos rojos frescos. Espectacular. Poco a poco fueron llegando los participantes y cada vez nos quedábamos más sorprendidos. Pensábamos que seríamos cuatro pulgas pero la convocatoria había activado a algo más de 100 personas. ¡No está nada mal para un domingo cualquiera! Antes de dar la salida, los chicos de SFRC hicieron un pequeño briefing.
Nos explicaron el recorrido. Salíamos de Equator Coffee de Larkspur, entrábamos en Baltimore Canyon Open Space Preserve y acabábamos en la tienda San Francisco Running Company de Anselmo. Aproximadamente unos 20 kms, dieciocho de los cuales de trail. Y en este punto se nos presentó la primera duda. Si salíamos de Larkspur y llegábamos a Anselmo, ¿cómo regresábamos al coche? Nos dijeron que no nos preocupáramos, que siempre encontraríamos a alguien que nos devolvería al punto de salida. Eso nos dejó más tranquilos. Al llegar a la tienda, tendríamos café de Equator Coffee, Donuts y David Laney nos haría entrega a todos los llegados de una camiseta Nike. El plan pintaba muy muy bien. Antes de que dieran el GOOOOOOOOOOO, David Laney estuvo comentando su temporada y atendiendo a las preguntas de los asistentes. Si nos hubiesen preguntado si preferíamos escuchar a David Laney o empezar a correr, creo que la gran mayoría hubiésemos escogido la primera opción, pero quedó claro que nadie hizo la consulta y el GOOOOOOOOO nos activó a todos por igual. El recorrido no tuvo desperdicio. Unos senderos preciosos que acabaron en un balcón con vistas a San Francisco. Hace apenas unos días estábamos sometidos a la lluvia y el frío, y hoy corríamos bajo un sol primaveral. Muchos de los participantes incluso se quitaron la camiseta. Algo muy americano, como los gritos de euforia. En el balcón nos reagrupamos e iniciamos el descenso hacia Anselmo. Una bajada incompleta que se completó con una nueva subida y una, ahora sí, definitiva pendiente negativa hasta la tienda. Y tal y como nos habían prometido, tuvimos camiseta, donuts y more coffee.
Lo que ya fue algo más complicado fue encontrar un voluntario que nos devolviese al punto de salida. Preguntamos a diferentes participantes pero muchos de ellos eran de Anselmo. Entre tanta pregunta, Vicenç y yo no nos encontramos y cuando ya estaba dispuesto a volver a Larkspur corriendo, encontré un coche con una plaza libre. ¡Menos mal! Ahora solo faltaba dar con Vicenç… Lo encontré tumbado en la caja de carga de la Pick Up. Por fin ese trasto asiático que habíamos alquilado tenía una finalidad. Vicenç habló con unos chicos y le comentaron que ellos volvían corriendo. ¿Corriendo? Sí corriendo, por la carretera son unos 5 kms escasos. Lo que no le dijeron es que sus piernas iban algo más alegres que las suyas. Sufrió como un animal para no perderlos. Con su sentido de la ubicación y la batería del móvil agotada, no era un buen plan perder a las liebres. Una vez reencontrados pasamos por el motel, nos dimos una ducha rápida y bajamos a Sausalito. Comimos en una cantina mejicana y brindamos con Pacífico para celebrar la brutalidad de día que estábamos viviendo. Pasamos la tarde caminando por Sausalito y Larkspur y esperamos a que anocheciera para volver al Tamalpais Motel.