RUN TRIP - 10: PDX III
Una vez más Portland nos volvía a dar los buenos días con neblina pero ya habíamos dejado de prestarle atención a la meteorología. Funcionábamos sin actividad emocional. Nos habíamos olvidado de colocar la ropa junto a los radiadores y la noche no había sido suficiente para evitar los escalofríos al entrar en contacto con la piel. Pero empezábamos a mostrarnos impasibles antes las posibles adversidades. ¿Qué importancia tenía que la camiseta y el pantalón siguieran empapados si en cuanto estuviéramos a cielo abierto nos iba a acribillar una ráfaga de agua? Ninguna. Así que salimos a la calle para ir en busca del Nissan y conducir hasta el aparcamiento que hay al final de la NW Thurman St. Aprovechamos los escasos cinco minutos de conducción para poner al máximo la calefacción del coche. Y ahora sí que teníamos un problema: ¿quién era el valiente que se atrevía a quitar la llave del contacto, abrir la puerta, saltar del asiento y ponerse de nuevo a pasar frío? Ninguno de los dos parecía tener la menor intención pero habíamos cruzado el charco con el compromiso firme de correr cada día. El motor se silenció, dimos unas palmadas, nos golpeamos los glúteos y los cuádriceps y con unos primeros pasos más torpes que convincentes nos introdujimos en Forest Park y seguimos las indicaciones de Alder Trail. ¡Espectacular, la mejor elección para nuestro último día en Portland!
De vuelta al apartamento, aprovechamos para poner una lavadora express, una secadora express, para darnos una ducha express y para recolocar en modo express todos los enseres en los petates. Después cerramos la puerta y antes de darle la espalda a la ciudad, subimos hasta la NW 23rd Ave para desayunar en el Blue Star Donuts,. Después hicimos la última parada en Coava Coffee y cuando nos pusimos de nuevo en ruta, un silencio inundó el habitáculo del cacharro. Estábamos rompiendo la conexión con la ciudad y no sabíamos cuándo volveríamos a conectarnos con ella. La actividad emocional que nos faltaba a primera hora de la mañana se había puesto a funcionar cuando dijimos good bye..
Al salir de Portland condujimos por la Vietnam Veterans Memorial Hwg con la intención de llegar a Hood River, cruzar el Mt. Hood Nacional Park y pernoctar en Bend. Pero la intención se iba a quedar en intención. La información meteorológica de la noche anterior ya nos puso sobre aviso de que el noroeste de EE:UU estaba siendo golpeado por un temporal de lluvia y nieve. Muchas de las carreteras estaban colapsadas por la nieve, se aconsejaba no circular y si el desplazamiento era imperativo, era obligatorio el uso de las cadenas o disponer de un coche con tracción en las cuatro ruedas. Y a nosotros ya nos quedó claro en Zena que nuestra Nissan Frontier no era más que un turismo con aspecto de ranchera. Y la previsión se estaba cumpliendo. A medida que avanzábamos por la autopista, la lluvia se iba convirtiendo en nieve. Decidimos parar en Multnomah Falls. Y allí, con los pies pisando nieve y cubiertos hasta las cejas decidimos dar media vuelta, dejar aparcado Bend e ir hasta Eugene.. Teníamos la esperanza de abandonar las inclemencias del tiempo…