RUN TRIP - 8: F A K BEAVERTON
En el headquarter de Beaverton hay una norma implícita que solo un descerebrado podría quebrantar…
Nos despertamos pronto. Poco importa si la noche anterior se alargó o si la digestión rompió el sueño en mil pedazos. La diana del madrugador es casi tan precisa como la mira de un francotirador. Abrimos el tambor de la secadora y metimos todos las prendas de running en la mochila. Ya nos cambiaríamos al llegar a Nike. Antes teníamos que hacer una parada. Cruzamos Burnside Bridge para llegar al distrito Este de Portland. En el 1300 SE Grand Ave detuvimos el coche. El establecimiento de Coava Coffee es uno de los motivos por los que siento una atracción especial por Portland. Y aunque Vicenç no suele tomar café, quería que viese el establecimiento. Desde la última visita, todo seguía igual. ¡Qué maravilla! Incluso Vicenç se dejó llevar por el local y no pudo darle la espalda a un espresso. ¡Había que brindar por la suma del producto, el espacio y la intangibilidad del ambiente! Todavía nos quedaban un par de días en la ciudad. El adiós definitivo podía esperar.
De camino a Beaverton se nos abrió el día. Aparcamos en el Campus de Nike y corrimos algo más de diez kilómetros por los caminos del Hollister Trail. De vuelta al coche pasamos por diferentes calles que conectan los edificios de Nike. Y de repente caí en la cuenta: las pisadas de Vicenç no estaban dejando la característica huella de una waffle sino de una cloud. ¡Menudo sacrilegio! Pero había cura para el profanador. Antes de volver a Portland tuvimos tiempo de quemar las tarjetas. Aunque los pies de Vicenç seguían prefiriendo las nubes al dulce.