RUN TRIP: ZENA - PDX
Apenas una hora de coche separaron el lodazal de Zena del asfalto de Portland. Una distancia demasiado escasa para esquivar la gran depresión que nos iba acompañando. Alquilamos un apartamento en Pearl District para pasar los tres próximos días. Como suele pasar en la gran pantalla, estacionamos el coche en la puerta del edificio. Sacamos del asiento trasero los enormes petates que llevábamos a cuesta y traspasamos la puerta que dividía el mundo de la penuria del mundo del confort. Nos instalamos en la novena planta, deshicimos las maletas, aprovechamos para hacer una primera lavadora y mientras el tambor giraba y giraba volvimos a poner los pies en la calle para respirar la magia que desprendía Portland. Caminamos hasta la Nw 12th Avenue con Burnside Street para hacer una primera compra. Estábamos en casa y queríamos disfrutarlo. Regresamos con las manos agarrando las bolsas de la compra. Preparamos la cena, descorchamos una botella de tinto, nos sentamos en el sofá, apoyamos los pies en la mesa de centro y fuimos rellenando las copas hasta que la botella se quedó seca y nuestros ojos se quedaron pegados. A la mañana siguiente los aires de Beaverton nos iban a acercar al cielo.