LA CALLE 13
Si quisiera tumbarme con frecuencia en un lodazal hasta derrochar mis fuerzas, buscaría en las esquinas . Después cerraría con rabia el puño para visar el conducto y esperaría la llegada del silencio, de la abstracción, de las nauseas y los demonios. Este escenario imaginario es puta ficción cuando entra sin inteligencia la desesperación. Porque a mi lo que realmente me gusta es la vida. En su formato más simple, con sus cosas más lindas. Un silencio, una abstracción, unas nauseas de agotamiento, un abrazo y al cabo de un rato, todo lo demás. Y ¿los demonios…? Los demonios no habitan en la calle 13.