UN PERRO BLANCO
Las calabazas en las cajas son un presentimiento nada halagüeño. Quizás debería haber alargado el desayuno y dejar la carrera para de aquí un rato. Tengo el cuerpo como un colador y las fuerzas se diluyen como pies en polvorosa. La vida ha dejado de ser de color de rosa. La mañana es monstruosa y sigue siendo demasiado pronto para pensar en todos los Santos. Me despejo, me sacudo y me miro frente al espejo. Veo, veo. ¿Qué ves?. Si te digo la verdad no lo sé. Un viaje en bicicleta por carreteras clandestinas entre l’Aude y l’Ariège. Dos días de ciclismo compartido con amigos y la duda de si el perro blanco existió o fue una alucinación.