TODO VALE PERO NADA SE SABE
Ya no recuerdo el día en que abrí por última vez una botella de Champagne. Tengo los labios resquebrajados y si tuviese buena voz y mejor acento no me sería complicado entonar un fado. Miro al cielo, las estrellas como el fuego se han apagado. Y no me queda otra que abstraerme en el pasado, en la Banda del Extraescolar. Unos delincuentes de cuarenta y nueve enfilándose por las paredes. Asaltaban despachos con linternas en las manos. Como objetivo siempre tenían un papel que a las pocas horas y a contrarreloj debía traducirse en un diez. ¿Sospechosos? Unos pocos. Pero fueron pasando los años y ninguno se hizo daño. Quizás sería bueno juntarlos de nuevo, para sanear los labios abriendo una botella de Champagne y cambiar el fado por un So Payaso. Ese día no habrá horario ni reglas. Tan solo una promesa: Todo vale pero nada se sabe.