VIDA ATASCADA
También para Ipo la vida está atascada. Ya no lo quedan árboles por marcar y él no ha nacido con la pretensión de ser el Rey de la Pineda. De hecho cada vez que ve una corona se encabrona. En eso se parece bastante a sus dueños. Los privilegios por consanguinidad le molestan tanto como el ruido de los petardos. Sus paseos se limitan al primero, segundo, tercero y cuarto pino. Y él, como muchos de nosotros, solo tiene un capricho: ¡LLEGAR HASTA EL QUINTO!