CEREBROS SIN PROVECHO
He vuelto a encontrar la tranquilidad en el Cross de La Pineda. Solo. Viendo como la luz se abre paso entre las copas, viendo como me abro paso entre las hierbas que con su rocío me empapan las piernas y la camiseta. Sin ruido, ni juicios, guiado por la inercia de unos puntos irregulares teñidos en los pinos. Todo es más sencillo aquí dentro. Dos vueltas de calentamiento para enfriar los pensamientos. Después, territorio abierto por la zona de los huertos. Me paro al ver un tractor preparando el campo. La parte trasera del remolque expulsa excrementos de animales. No puedo evitar imaginarme que entre tanto estiércol quizás también haya algún cerebro sin provecho.