F A K COOS-BAY - 5
Al entrar en el hotel fuimos solidarios con nuestro egoísmo. Vicenç pasó primero por la ducha y se tomó su tiempo. Poco a poco el agua caliente volvía a poner en equilibrio su temperatura. Yo encendí la calefacción por aire de la habitación y tendí la ropa improvisando un tenderete con los cordones de las zapatillas. Luego me acurruqué en la cama, me tapé con dos mantas y repetí mi mantra: tengo calor, tengo calor, tengo calor. A los pocos minutos intercambié los papeles con Vicenç.
Super 8 Motel
Todavía teníamos margen para abandonar el hotel. Dejamos que la ropa de correr se secara, recogimos la habitación, colocamos las cosas en las maletas y lo dejamos todo listo para volver después del desayuno. Seguía lloviendo y teniendo muy claro que no queríamos pasar más frío del estrictamente necesario, cogimos la pick-up para ir a So it goes. Había buenas reseñas sobre el café y todas ellas eran ciertas. No teníamos prisa por salir del local. Vicenç fue buscando los puntos de interés y yo los fui anotando en la libreta. Fiel a la tinta y el papel.
So it goes Coffe House
Parecía que había una tregua. Sin sol, sin luz pero sin lluvia. Regresamos al Super 8, devolvimos la llave, cargamos el coche y empezamos nuestro viaje parando en el Sunset Memorial Park. No nos costó encontrar el jardín del descanso de la familia Prefontaine. Nos colocamos entre la tumba de Steve y la de sus padres: Raymond y Elfriede. Silencio, nos tomamos nuestro tiempo. Fueron unos minutos con una fuerte carga emocional. Todo el carisma, toda la fuerza estaba bajo tierra. ¡Qué tristeza! Del punto en el que todo había acabado, nos fuimos al que probablemente todo había empezado: Marshfield Senior Hight School y por último acabamos en una sala en la primera planta del Coos Art Museum con su exposición permanente Steve Prefontaine Memorial Run. Como al principio, silencio y de nuevo una fuerte inyección emocional. Al día siguiente volaríamos en las 10 millas de Zena.
