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¡Salud!

Si de ella gozara en su extensión, ejercería todas y cada una de las funciones con cierta normalidad. Pero como la plenitud es difícil de alcanzar, me limitaré a formar y deformar la función expresiva del lenguaje. Y en numerosas ocasiones, el sentido es impenetrable.

EL ANAGRAMA

EL ANAGRAMA

Había llegado a la conclusión que valía la pena afianzar su confianza en el tópico literario del Carpe diem. Como decía algún sabio caricaturizado: todo funciona si le añades a la luz de la luna. Vida presente a la luz de la luna. ¡Qué maravilla, qué profundidad, qué hermosura! Músicos en cubierta entreteniendo a unos pocos invitados de etiqueta, a la luz de la luna. Insisto una vez más, ¡qué maravilla, qué profundidad, qué hermosura! Vio a un niño recoger con sus inofensivos dedos los rayos meridionales para guardarlos en una cajita y esa panorámica sucedió de día. Sin luz y sin luna.

Carpe diem a la luz de la luna. ¡Qué decepción, qué ligereza, qué torpeza! El anagrama francófono de Carpe Diem es explosivo: ÇA DEPRIME!

GANAS, ASFIXIA Y CHISPA

GANAS, ASFIXIA Y CHISPA

NO ME ACUERDO DE NADA

NO ME ACUERDO DE NADA